UNA APROXIMACIÓN AL ORIGEN DE EL CANDIL
30/07/2018

Si hay una característica que pueda definir la idiosincrasia de Olivenza a lo largo de sus más de setecientos años de existencia, a través de la alternancia de nacionalidades y avatares bélicos, ésta sería, sin duda la mezcla. Al margen de los vaivenes de la Historia, las relaciones entre uno y otro lado de una raya difusa pero permeable siempre existieron a pesar de las fronteras políticas. Al pasar la ciudad y su término a manos españolas a principios del siglo XIX el fenómeno del contrabando hizo posible el intercambio no sólo de mercancías, sino también de ideas y cómo no, de formas y estilos musicales.


Durante los primeros años del siglo XX los maestros José y Baldomero González Díaz y Antonio González Martínez, miembros de una conocida saga familiar oliventina de afamados sastres: los Mantequiña, ejercieron su actividad profesional a ambos lados de la raya. Pasaban temporadas en el Alentejo portugués y en Olivenza. Su doble condición de artesanos de profesión y músicos por afición les puso en contacto con clases populares y cultas de origen portugués y español, ya que tanto hacían trajes y capas para la burguesía como pantalones de faena y camisas para gañanes y gentes del campo. Fruto de estas circunstancias fue la asimilación de melodías, esquemas musicales y coreografías que, una vez instalados definitivamente en Olivenza, fueron el germen de lo que sería el repertorio del Grupo de Coros y Danzas de la Sección Femenina, que fundaron en 1943 con Encarnación Ramallo de la Granja. Los dos bailes más populares de ese repertorio han sido La Uva y El Candil.


Según algunos estudiosos, ciertas características parecen indicar que lo que hoy conocemos como El Candil es el resultado de la fusión de un tipo de fado lento bailado en el Alentejo, el fado batido, llamado así por uno de sus pasos que consistía en pegar con el pie en el suelo (bater en portugués significa pegar), cuyo ritmo se “agilizó” al españolizarse. En cuanto al nombre, otros apuntan a que se gestó en casas particulares a la luz de un candil, sobre todo en las veladas de invierno. Si bien su coreografía es bastante compleja, (la letra sería añadida con posterioridad) la melodía en cambio es sencilla, alegre y sobre todo pegadiza, clave quizá de su éxito. La primera grabación conocida se remonta a mediados de los años sesenta del siglo XX, y desde entonces, ha sido versionado por varios intérpretes.


Al margen de otras consideraciones o del acierto o no de las teorías que sobre su origen se han formulado, El candil es el resultado musical más conocido de esa mezcla de culturas forjada en Olivenza. Su difusión a partir de los años cincuenta del siglo pasado con las actuaciones del Grupo de Coros y Danzas por Extremadura, España, Portugal, Europa, América e incluso Oriente Medio permitieron a El Candil traspasar las fronteras de lo estrictamente local y llegar a convertirse con el transcurrir de los años en el himno que hoy todos conocemos.



UMA APROXIMAÇÃO À ORIGEM DE EL CANDIL

Se há uma caracteristica que possa definir a idiossincrasia de Olivença ao longo dos seus mais de setecentos anos de existência, através da alternância de nacionalidades e avatares bélicos, esta iria ser, sem duda, a mistura. Para além dos vai e vens da História, as relações entre um e outro lado de uma raia difusa, mas permeável, sempre existiram apesar das fronteiras políticas. Ao passar a cidade e o seu termo a mãos espanholas, a princípios do século XIX, o fenómeno do contrabando fez possível a troca de mercadorias, mas também de ideias e, evidentemente, de formas e estilos musicais.


Durante os primeiros anos do século XX os mestres José e Baldomero González Días e Antonio González Martínez, membros de uma conhecida saga familiar oliventina de famosos alfaiates, os Mantequinha exerceram a sua atividade profissional de ambos os lados da raia. Passavam tempos no Alentejo português e em Olivença. A sua dupla condição de artesãos de profissão e músicos amadores, colocou-os em contato com as classes populares e cultas de origem portuguesa e espanhola, já que bem faziam fatos e capotes para a burguesia como calças rústicas e camisas para ganhães e gentes do campo. O fruto de estas circunstâncias foi a assimilação de modas, esquemas musicais e coreografias que, após ter-se estabelecido definitivamente em Olivença, foram o gérmem do que vai ser o repertório do Grupo de Coros y Danzas (Rancho Folclórico) da Sección Femenina, que fundaram em 1943 com Encarnación Ramallo de la Granja. As duas danças mais populares de esse repertório foram La Uva e El Candil.


Segundo os estudosos, algumas caraterísticas parezem afirmar que, o que hoje é conhecido como El Candil, é o resultado da fussão de um tipo de fado de ritmo lento dançado no Alentejo, o fado batido, assim chamado devido a um dos seus passos que consiste em bater com o pé no chão, cujo ritmo foi agilizado por ter-se espanholizado. Quanto ao nome, outros afirmam que foi gestado em casas particulares à luz da candeia, em particular nos serões de inverno. Embora a coreografia seja bastante complexa (a letra irá ser adicionada depois), a melodia é, ao contrário, simples, alegre e sobretudo cativante, talvez a chave do seu sucesso. A primera gravação conhecida reporta-se a meados da década de 60 do século XX e, desde essa altura, existem versões de vários intérpretes.


Para além de outras cosiderações ou da credibilidade das teorias formuladas sobre a sua origem, El Candil é o produto musical mais conhecido de essa mistura cultural ocorrida em Olivença. A sua difussão a partir dos anos 50 do século passado, com as atuações do Grupo de Coros y Danzas pela Extremadura, Espanha, Portugal, Europa, América e até Médio Oriente permitiram El Candil ultrapassar as fronteiras do rigorosamente local e vir tornarse com o passo dos anos no hino que hoje todos nós conhecemos.


Texto y traducción al portugués: José Jaime Vega González